Memorias Mías
En mi primera infancia mi padre
me dio un consejo que, desde entonces, no ha cesado de darme vueltas por la
cabeza. Decía: ``Ayuda al prójimo, trátalo como te gustaría que te tratasen a
ti´´. Nunca lo entendía, bueno algo sí. Siempre antes de dormir lo recordaba en
mi mente, ¿qué quería decir aquello? Podría estar diciéndome que ayude más en
casa o que juegue más con mis hermanos, pero ninguna de estas razones me
convencía. Un buen día me levanté con el sol en mi cara, andaba con los ojos
medio abiertos, casi no veía. Me tome un vaso de leche, como siempre, dos
tostadas y una galleta, me vestí y me fui al cole. Allí las horas se me hacían
eternas, solo se oía la voz del profesor, hablando y hablando y hablando……De
repente la campana suena ¡sí bien, el recreo! Llegó la hora de los juegos, como
siempre jugando al fútbol. Siempre detrás de la pelota, intentando meter gol.
Me fui un instante para abrocharme las zapatillas cuando vi a un niño llorar,
en ese momento me quedé en blanco, mis amigos me gritaban para que fuera a
jugar al fútbol, pero al ver aquel niño llorar me lancé hacia él para darle un
abrazo. El niño no paraba de llorar, cuando intentaba hablar no se le entendía
nada. Al momento de darle otro abrazo el niño me miró con sus ojos, que dejaron
de estar tristes, se secó las lágrimas y me dijo con toda claridad:-`` Eres el
único niño que ha venido a ayudarme sin importarle mi aspecto. Dicen que soy feo
y un patoso´´. Yo al volver a ver esos ojos de niño inocente respondí:`` ¿Quién
dice eso? Yo solo veo a un niño porque se siente discriminado y eso no debería
ser así, que importa la opinión de los demás, la que importa es la tuya propia;
¿tú te sientes feo? Y él me respondió con toda seguridad:-``No´´.
Entonces le ofrecí mi mano y dejo
de llorar al sentirse seguro de sí mismo. Y en ese mismo instante es cuando me
di cuenta del consejo que me dio mi padre:`` Ayuda al prójimo, trátalo como te
gustaría que te tratasen a ti´´. Aquel sabio consejo que me dio mi padre me
sirvió de gran ayuda, gracias a él tengo un nuevo amigo. Y es que este consejo
me sirvió, me sirve y me servirá toda la vida y gracias a él tengo amigos por
todo el mundo. Y ahora que lo pienso, si yo hubiera sido aquel niño
discriminado por la gente por ser feo ¿me habría ayudado? Tal vez, pero lo
importante es sentirse seguro de ti mismo y de poder levantarte en cada golpe
como dice el dicho: ``La vida está llena de baches´´ Y en esa misma tarde,
cuando me vino a recoger mi padre le dije:-`` Hoy he ayudado al prójimo ¿y tú
papá? Y él con una sonrisa en la cara me respondió:-`` Pues claro hijo, eso se
hace todos los días´´.
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