lunes, 17 de junio de 2013

3º ESO D Fernando Royán Juanes PRIMER PREMIO



                                                          Todo Es Competencia
Prólogo:                                                                                                                                                     Éste es el mito de la causa del mal en el mundo y por qué la Competición nos domina y nos controla.     Jeder macht eine kleine dummheit.
   Querido diario: hoy quería hablarte de la Competición. La Competición se esconde en montañas rocosas, pero siempre se deja ver. Ella creó con sus bonitas manos a Victoria y a Derrota.  Victoria era la grande, la fuerte, la reina de reinas. Derrota era el patito feo, la pequeña, la débil, una criada. Pero, querido diario, la Derrota abundaba más en las montañas,  se sumergía en lo más profundo de la tierra, la removía y escupía sus restos. Ay, Victoria, poderosa, siempre es tan bien recibida, abunda menos, pero su color es tan puro, tan puro, que mi cuerpo no ha conocido otra igual.
   Érase este caballero, fuerte en la espada, valeroso, valiente, cabalgaba un buen caballo. Salió en busca de Victoria, cual rey busca el poder sobre el vulgo., pero, el poder, sólo lo otorga el Señor.  Al cabalgar victorioso, el peso de ésta le hacía fuerte pero su debilidad crecía. Vio la belleza en la más pura Victoria a la cual conquistó fuertemente. Me gustaría saber cuál fue el motivo por el cual, ese astuto caballero, en armas grande, de tez proporcionada y cuerpo robusto, al cual mil amantes habían adorado, se encontró con Derrota, la dama negra, sucia, seductora cual rebanada de pan cuando se tiene hambre.  Su más puro deseo se convirtió en arena caída de la montaña, Victoria, su más fiel compañera le abandonó.
   Derrota entró , hirió sus entrañas, removió sus tripas, sacó todo y se quedó dentro de él, fija, parada. “¿Cómo puede el Señor permitir tal desdicha en mí, su fiel aliado? Victoria, regresa a mí, haré todo lo que pidas, te seré fiel, te santificaré”. Para entonces, el tiempo ya había consumido toda Victoria, la Derrota venció al caballero y se convirtió en un hombre desalmado, pordiosero y vacío. La rabia y la desesperación hicieron de él carne sin vida, dolor sin consuelo , murió loco y sólo, acompañado de la Derrota.
   Una vez, querido diario, hubo un encuentro entre las dos hijas de la poderosa madre Competición, esto fue lo que se dijeron:                                                                                                        VICTORIA: “Levanto ángeles al rozarlos, planto bosques con sólo mirar, la luna en mí brilla blanca y dubitativa de si de verdad la he permitido brillar, ojos con sangre me piden clemencia, hombres fuertes y guapos se arrodillan a mí, chupan mis pies, besan mis llagas y me piden todo, hacen el amor incandescentes. La lluvia me pregunta si caer o no caer para poder purificar la rabia de los hombres o si llevarse todo con ella, el viento, siempre sordo y cansado me mira con cara de insecto, arrastrándose por mis manos y me pide que le deje soplar, que le deje olvidar, que junto con el tiempo pueda actuar de matapenas. Cupido me pide que le ponga pañales nuevos y que le dé flechas, las flechas de la esperanza, de la desdicha, del recelo, de la vida. Esa soy yo, Victoria, y tú, hermana fea y consumida, derrochas vidas a montón, púdrete yo soy la única que puede SALVAR.”
   Derrota, muy enfadada, se dirigió a Victoria, lo hizo tal y como le salió del alma, alma negra y fría:                                                                                                                                                                  DERROTA: “Yo soy fea, maligna, todos me detestan, pero tengo la capacidad de entrar, penetrar como una espada y quedarme como un parásito, una sanguijuela. La sangre es mi aliada. Todo el mundo odia la sangre, cuando alguien la ve, le suele dar miedo, pero en el fondo es eso lo que le mantiene con vida. Yo, Derrota, soy como ella, me caso con las personas, en contra de su voluntad, nadie tiene que hacer nada para encontrarme, yo vivo en todos y cada uno de ellos. “Como la sangre, siempre de bodas”. No necesito que nadie me ame, me temen, me maldicen y yo disfruto con el dolor ajeno, pero, gracias a mí, para evitarme, la gente saca lo mejor de ella, se esfuerza en evitarme, lucha y combate, hiere sus uñas, arranca su piel  para no verse conmigo, la reina más poderosa y temida, Derrota”.
   Y así es como discutieron en su encuentro, así es como cada una luchó por ella misma. Para poner paz, llegó la madre Competición, entre flores, con lémures colocándole orquídeas en el pelo. Ratones vestidos de gala le quitan toda suciedad en sus dientes. Competición anda sobre cocodrilos por los más bellos ríos del Cáucaso. Llegó a sus hijas, y con voz rota por el peso de los años, al igual que los axones neuronales de un viejo; dijo a sus hijas que conquistaran el mundo. Las dos princesas vestidas de seda, estaban encantadas, sin saber lo que ello conllevaba. Dio una orden y vinieron trompetas calibrantes, sonidos fuertes, llenos de tensión, éstos condujeron a Victoria y Derrota al mundo llano, al mundo mortal. Para dominar a los hombres y conquistarlos hasta la locura.

Y, ASÍ,  QUERIDO DIARIO, SE CREÓ EL MAL.

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