lunes, 17 de junio de 2013

3ºESO B Malena Lourdes Calogero de Caboteau


                                                                                                                    
Un Sueño

“Querido diario”, comienzo. He vivido una larga vida, arrepintiéndome y a la vez vanagloriándome de mis actos; no ha sido fácil conseguir mis metas y, tampoco,  ha sido fácil proponérmelas. Puede que este pequeño diario sea alguna vez leído, de la vida de una persona más que ha habitado este mundo, saboreando cada centímetro de esta vida como mejor haya podido; tomando decisiones correctas e incorrectas a la vez. También puede que no sea encontrado y leído nunca, quedando así en el olvido. Esta es una pequeña introducción que quería hacer a la persona que encuentre esto.
Mi vida nunca fue fácil. Cuando era pequeño, mi padre solía decirme “Las cosas no se regalan, debes estudiar para tener un buen futuro”. Pertenecía a una familia que no tenía problemas económicos. Al parecer, todo el mundo querría haber sido como yo, solamente por tener dinero, ya muchos me envidiaban, me tenían asco y se cuestionaban cosas como “¿Por qué tiene dinero, y nosotros no?”; esa simple pregunta les valía para acosarme en la clase, dejarme sólo, reírse de mí… Yo estaba indefenso. Era yo solo contra tantos, que no podía. Así que mi única salida era la resignación. Tenía muy claro que no iba a cambiar mi forma de ser por los demás para que me aceptaran. Prefería ante todo, estar solo, preguntándome, “¿Por qué yo?”
Era muy buen estudiante, de hecho, tenía el promedio más alto de la clase. Otra razón más para odiarme, pero a mí no me importaba.
El acoso era cada vez peor. Me esperaban al final de las clases para pegarme, insultarme y acosarme sin ningún vestigio de compasión, aunque lo que más odiaba era que alguien sintiera pena por mí. Era lo único que hacía que, después de cada golpe, y lleno de sangre, me levantara, aguantando así el dolor, por una parte, de mis heridas, y por otra, de sus burlas.
Toda mi infancia y adolescencia fue así. Era un infierno del que sabía que jamás podría salir. Me recordaba a Dante descendiendo hacia los Infiernos; un camino tedioso y difícil, donde, el protagonista, ve la barbarie humana, concentrada en el peor de los miedos del ser humano, el ardiente y terrible Infierno.
Me encantaba la Literatura; era la única forma de distracción que tenía en aquellos tiempos. Había leído desde Dante Alighieri hasta Kafka. Esto era más motivo para el acoso, pero no me importaba. Seguía haciendo lo que más me gustaba y con lo que más disfrutaba. Pensaba que la ignorancia del ser humano no tiene límites.
Mis padres tenían pensado un gran futuro para mí. Querían que fuera abogado, pero esa carrera a mí no me gustaba. Quería hacer algo que me gustara realmente, que era la Literatura. Me encantaría haber sido Filólogo; pero ya terminado el secundario, mis padres deciden cambiarme de colegio; era un internado, por el que mis padres pagaban al mes una inmensa cantidad de dinero. Pensé que podría ser mi liberación de aquel Infierno.
Cuando llegué, todo era nuevo para mí. No conocía a nadie, estaba otra vez sólo, sensación que había experimentado desde que iba al colegio, por lo tanto, no me parecía extraño.
Mis compañeros de habitación tenían muy buenos promedios, y charlaban entre ellos hasta que se percatan de mi presencia. Me hablaban, algo insólito para mí. Fue la mejor época de mi vida; pude por una vez tener “amigos”, sentirme bien.
Terminé los dos años. Entonces, hice la carrera que tanto anisaban mis padres. A partir de este momento, mi vida fue una más. Destaqué como abogado. Conocí a una mujer, de la que me enamoré y tuvimos dos hijos; pero nunca realicé mi sueño.

Ahora escribo desde el hospital, sintiendo como mi aliento, mi tacto, mis pensamientos, se desvanecen lentamente, sintiendo el frío abrazo de la muerte; sólo y sin nadie a mi lado…

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