lunes, 17 de junio de 2013

4ºESO C Alberto Maqueda Canoyra PRIMER PREMIO


BOHEMIAN RHAPSODY

En mi primera infancia mi padre me dio un consejo que, desde entonces, no ha cesado de darme vueltas por la cabeza, dada la impresión que me causó.
Cuando eres niño cualquier cosa que te digan los mayores la guardas para ti y la recuerdas para toda la vida. Quizá debiera empezar este relato por aquel magnífico consejo, pero me lo callaré de momento. De momento…
Desde siempre me atraían las estupendas colecciones de discos que tenía mi tío en su salón. Desde muy pequeño quise yo también poseer música, como él. La colección de mi tío era enormemente variada, desde artistas como Mozart o Beethoven, pasando por el silencio de John Cage, a Beatles, Rolling Stones o Queen. O grupos más modernos, como Radiohead. Siempre que iba a su casa sonaba algún disco de aquellos magníficos artistas. Toda mi vida yo había sido un muchacho tímido, y de mi boca nunca salieron más de dos frases seguidas. Pero me encantaba aquella gran colección de arte que tenía mi tío…
Jamás, hasta aquel día, manifesté mi admiración por esos músicos. Hasta entonces nunca nadie supo algo sobre mí que no fuese mi continuo silencio. Pero esa colección…
Cuando mi tío introducía, por ejemplo, Rubber Soul en su tocadiscos, se aislaba del resto de mi pesada familia, se tumbaba en el sofá y miraba a cualquier lado. A veces cerraba los ojos, otras no. Entonces yo me escondía tras un sillón, tímido de mí, y escuchaba también esas obras de arte. Como he dicho anteriormente, nadie sabía que yo amaba aquella música. Por supuesto mi tío no era una excepción. Hasta aquel día… Todo cambió aquel día. Aquel día, al seguir en silencio a mi tío al salón, estuve más lento que de costumbre, y mi padre me sorprendió en el momento exacto en el que me ocultaba tras el sillón.
-¿Por qué te escondes tras ese sofá?
Podría haberle dicho mil cosas, podría no haberle dicho nada, algo que habría sido habitual en mí. Pero lo hice. Mientras le contaba, mi padre escuchaba atentamente.
-Amo la música. Amo cada instante en esa habitación con el tío.
Tras mi explicación se quedó en silencio, sin pronunciar palabra. Probablemente se quedó demasiado sorprendido como para hablar.
Desde siempre me habían dicho, para criticarme y supongo que para hacerme cambiar, que yo era exactamente igual que mi tío, si bien nunca lo consiguieron.
En esto mi padre le contó a mi tío mi afición. Cuando se enteró se alegró mucho de ver que no era el único de la familia en apreciar lo que él llamaba obras de arte.
Aquella tarde tuve dos intensas charlas, que no broncas, a diferencia de lo que había sido mi vida hasta aquel día. La primera de ellas fue con mi tío. Desde aquella tarde lamenté enormemente cada segundo de mi vida que había estado escondido tras ese sillón, y no había hablado con mi tío de nuestra afición. Esa conversación debió durar varias horas, según me dijeron luego, aunque a mí se me pasó volando. Con él hablé de todo un poco, y me hizo un regalo muy especial: A Night At The Opera, de la banda inglesa Queen.
La segunda charla fue con mi padre. Nunca me habría imaginado que mi padre, ese hombre aparentemente refunfuñón y con un carácter muy cambiante, pudiese entablar una conversación conmigo. Esa tarde me dio el consejo más importante y brillante que me han dado en la vida:
-Hijo, escucha esto que voy a decirte: Siempre que tengas algo que decir, simplemente dilo. No esperes tanto para decirlo como has hecho hoy, porque cuando quieras hacerlo el sol se habrá ocultado y será demasiado tarde. Pero tampoco te precipites en tus actos, pues quizás todavía no haya amanecido y será demasiado pronto.
Ahora soy escritor, y cada vez que alguna idea se me viene a la cabeza la escribo, y creo que la gente que compra mis libros lo agradece. Durante toda mi vida he tenido muy presente ese consejo, sin el cual difícilmente sería lo que ahora soy.
Ahora, al igual que mi tío, tengo mi propia gran colección de música, a la que he añadido influencias personales, como el jazz. Adoro la forma que tiene Miles Davis de tocar la trompeta, y me encanta la música de Chet Baker. Aún conservo A Night At the Opera, el primer disco que tuve gracias a mi tío, que fue el primero de mi ahora extensa colección.

En este momento me dispongo a escribir un nuevo libro, y como hace tiempo que no escucho Exile On Main Street, lo voy a escuchar. Mi tío siempre decía que un poco de Stones nunca venía mal. Me encanta lo que hago, pero como dije antes todo se lo debo al consejo de mi padre. Menos mal que hablé a tiempo… 

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