viernes, 6 de junio de 2014

PRIMER PREMIO 1 ESO Mario González Sanz

UNA VISITA AL ABUELO
-¡Vamos, Juan! ¡Vamos a ver al abuelo! ¿Qué historia nos contará esta vez?- decía entusiasmada Ana.
-No lo sé, pero la última vez fue un rollazo, nos contó cómo eran los días de colegio en su época- se quejaba Juan.
Llegaron corriendo y su abuelo les ofreció un zumo de naranja, se sentaron en el sofá y empezó:
-¿Queréis una historia?
-¡Siiiiiiiiiiiiii!- gritaron a coro los dos.
-Vale, comenzaré: tenía doce años y estaba pasando una mala racha: suspendía muchas asignaturas, algunos conocidos se mudaban a la ciudad y la tienda de mis padres no iba bien. Esto era en 1940. La guerra civil había hecho de España un país pobre, así que las cosas no iban bien. Cuando mis amigos jugaban yo tenía que ordenar la tienda y me enfadaba con mis padres. Ya llevábamos dos años así y mi madre murió. Mi padre tuvo que hacerse cargo de mí y mis tres hermanas. A la mayor la envió a un convento de monjas y a la mediana la mandó un día de invierno a la ciudad a comprar cosas para la tienda, pero no pudo volver del cansancio y murió. Solo quedábamos mi hermana pequeña y yo. Mis amigos y sus familias ayudaban con lo que podían pero los tiempos cambiaron y se fueron a la ciudad a buscar fortuna. El pueblo estaba cada vez más vacío y creo que en la actualidad es un pueblo fantasma.
-¡Un pueblo fantasma! ¿Y hay fantasmas de verdad?- dijo Ana.
-No, je je, eso quiere decir que es un pueblo sin habitantes.
-¿Y por qué se llama así?
-No lo sé pero eso ahora no importa.
-¡Sigue, por favor!- gritaba Juan.
-Vale, entonces fue cuando solo quedábamos tres amigos: Julián, Quique y yo. Un día íbamos de camino a los campos de trigo cuando encontramos un libro (si es que se podía llamar así) en el que ponía: LEYENDAS URBANAS. Lo miramos y encontramos una leyenda de nuestro pueblo, Valdevilla, en el que decía que había yacimientos de petróleo bajo el pueblo. Yo había visto hacía días arena negra en un campo cercano a las viñas así que al día siguiente me puse a buscar allí. Cada vez la tierra era más negra, lo que quería decir que había “oro negro” bajo Valdevilla. Fui a comunicárselo a mis amigos diciéndoles que los problemas económicos se habían acabado y que podíamos vender los terrenos. “Nos favorecerá mucho” dije, “las empresas petrolíferas pagarán mucho dinero por un yacimiento de petróleo que no está en alta mar”. “No” dijeron “no podemos deshacernos de este pueblo, cuando tengas nietos y les hables de tu pueblo y te pregunten: ¿dónde está? Y tú les respondas: vendimos los terrenos no te sentirás muy bien”. Parecía que había trabajado para Greenpeace toda la vida. “¡pero son nuestro futuro!”. “Nuestro futuro está en la ciudad, puede que esto sea un pueblo fantasma pero al menos existirá” “Vale” dije.
-Gracias abuelo por no haber hecho eso- dijo Ana.

-No fui yo, fueron mis amigos. Nunca he vuelto a tener amigos como los tuve cuando tenía doce años. Dios mío, ¿alguien los tiene?

No hay comentarios:

Publicar un comentario