viernes, 6 de junio de 2014

3 ESO: Rebeza Rojo Cubero

Abrí los ojos a la mañana siguiente. Temeroso, quizá sin motivo alguno a los ojos de cualquiera de vosotros, pero con motivos más que suficientes a mi parecer.
“Mañana será otro día” había dicho ella. Pero yo no tenía claro si eso  me animaba o me quitaba un poco más las ganas de vivir.
Me levanto, cuidadosamente, intentando que mi presencia  no se haga notar en el mundo, al menos por hoy. Intentando no influir ni lo más mínimo en el curso de este mundo que nunca se detiene, fracasando una vez más en el intento;  pues vuelvo a leer su carta.
“Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida”
Aquella cita de Pablo Neruda que había incluido en esa carta en la que cada palabra me atravesaba el corazón como pequeños alfileres. Para algunos, insignificantes. Para mí, terriblemente dolorosos, había sido la estaca final. Y no podía leerla sin recordar aquella sonrisa suya; que no era perfecta, pero habría llenado de vida al más seco de los tulipanes tras un invierno quizá demasiado frío; con la que tantas y tantas veces la había visto recitar esa frase.
Me encantaba oírsela decir. Quizá formaba parte de ella, tan delicada; que no frágil. Tan soñadora, que no infantil, tan ella misma. No creo que exista un adjetivo que le haga justicia, capaz de describir aquella personalidad, aquel físico, que podría calificarse de abstracto por ser imposible de percibirse enteramente con los cinco sentidos.
Ella, que despista a los girasoles cuando pasa, puesto que su brillo supera al de cualquier astro.
Ella, tan envidiada por las flores en primavera, por tener mejor olor que estas.
Ella, que ya no está y me hace sentir indefenso.

Indefenso contra la muerte, que se llevó, sin avisarme, a la única esperanza que me quedaba de salvarme de la vida.
CASO INCOMPLETO POR LUIS GARCÍA MOYA 
De repente me despierto, abro los ojos e intento tranquilizarme con una respiración: inspirar, espirar, inspirar, espirar… Miro mi habitación, bueno ha sido una pesadilla. Me incorporo miro la hora en el móvil: nueve y media.  Me levanto completamente de la cama, abro la ventana e intento recordar la pesadilla: un pueblo, una persona cayendo ensangrentada y una habitación con butacas de roble. Sin ningún tipo de sentido, aparentemente, esos recuerdos recurren a mi cada noche, una y otra vez.

“Resulta que hoy voy con el colegio a una excursión, a un lugar llamado Almagro. Pero antes nos desviaremos un poquito de la ruta para encontrarnos con el pueblo de Consuegra, famoso por sus molinos históricos y más aún por la novela de don Quijote. En el viaje del autobús todo está tranquilo, incluso yo diría que me lo pase hasta bien. Lo que más me impresiono de allí fue el castillo. A la explicación de los molinos intento concentrarme pero algo me llama la atención del castillo. Después de aquello solo recuerdo: un pasillo, lloros y gritos.”

– ¿Estás seguro de que no recuerdas nada más de aquella excursión?- preguntó Pedro.
 –Sí, ni una pizca más- afirmé.
–Pues mi diagnostico como psiquiatra es que algo tuvo que pasarle en ese periodo para que su mente eliminara toda esa información: un estado se shock, por ejemplo –.
Me quede pensando un rato en todo lo que me acababa de pasar. Tenía lagunas mentales o simplemente taponado el cerebro… no podía creérmelo tantos años y aquí se halla el problema.
–El tratamiento podría ser superarlo o atiborrarlo a pastillas por la noche, en cualquier caso si recure a la primera tendrá que hacer un esfuerzo por recordar, y eso no siempre es fácil.

Así que sin quererlo ni beberlo me veo enfrascado en un viaja a la ciudad de Almagro pero con un pequeño parón en el castillo de Consuegra. En el viaje me encontré todo tipo de personas raras y curiosas pero también normales con los que entabla conversación para no dormirme y volver a montar el numerito. Fuera lo que fuese llegue al castillo antes de lo previsto y gracias a mi placa dorada de inspector no tuve ningún problema para entrar. Algunos lo llamarían abuso de la autoridad yo lo llamo un agilizador de trámites. Mientras recorro las galerías portificadas, los pasillos húmedos de la piedra y las grandes murallas que rodean el castillo, nada me llama la atención. Casi estaba a punto de marcharme cuando oigo la voz de dos niños y como si de un torrente de agua se tratara me vienen a la cabeza recuerdos: “tres personas parecen yo diría que por la actitud una familia de tres miembros, los padres discutiendo por una tontería de una foto, el niño llorando. Salgo en busca del niño los padres de alarman y me mandan fuera a voces… y después…la plaza de siempre pera distingo que esas personas borrosas, ¡son la familia! Pero, están asustados rogando  a una figura detrás de ellos pero no la distingo. Intento girarme pero todo se nubla, se vuelve borroso”. Abro los ojos y me doy cuenta que estoy tirado en el suelo rodeado de personas auxiliándome. Consigo llegar por mí mismo al autobús y se pone de camino a Almagro. Al llegar me dirijo directamente a la comisaría donde, debido a mis influencias en la cúpula, he hecho llegar el informe y me han asignado un grupo de subinspectores.
Sin contemplaciones nos ponemos a investigar primero en los archivos y después interrogamos a las personas. Por más que preguntábamos nadie se acordaba de nada. Ni si quiera los más veteranos del pueblo, nada de nada. Entonces uno de los subinspectores nos hace llamar. Ingenuo de mí creyendo que era alguna tontería de un novato. Pero ese pensamiento se acalla al descubrir que sí que hay una señora que recuerda que hubo una serie de asesinatos por el 89, donde los cuerpos de una familia aparecieron muertos en circunstancias extrañas. Apunto todo lo que puedo y me dirijo al depósito de documentos de la región y busco el caso teniendo en cuenta las indicaciones obtenidas. Bien, encuentro el caso, pero al abrirlo me llevo una decepción ya que el informe es muy escaso y no hay pruebas aparentes.
Según el informe la autopsia no se pudo realizar correctamente y con exactitud debido a los atrasos en medicina de aquella época. Afortunadamente hay fotos detallas y completas que sin perder un instante les saco una foto y se las envió a la centralita en Madrid para ver si me pueden hacer un análisis.
Un día después ocurre lo peor. Por la mañana recibo los informes de la central diciendo o más bien intuyendo que murió por una embolia pulmonar, a causa de inyectar aire en una vena. Por eso no dejo ni rastros de sangre ni huellas digitales. Tan solo tuvo que inmovilizarles con un paralizador eléctrico, causa de que tuvieran una quemadura.
Pero aquello no fue lo peor resulta que después de averiguar el motivo por el cual esa familia dejo de respirar, hoy nos encontramos con el cadáver de mujer que nos ayudó. Después de la autopsia, ya hecha en condiciones, todo es exactamente igual.
A partir de allí nuestra investigación se llevó a cabo por la mayor discreción posible. Todo ello se le añade las cartas amenazadoras que me envía diariamente. Siempre pone lo mismo:

                                      “O paras o te matamos”

No sé de donde salen porque siempre aparecen en lugares diferentes. Y claro, sin huellas ni nada.
Yo no me acobarde y seguí con mi investigación hasta que un día la puerta de mi residencia sonó, creyendo que sería uno de los subinspectores abrí tan libremente. Lo que me encontré no fue a un subinspector, fue a dos hombres que parecían gorilas capitaneados por lo que parecía un abogado, y de los caros. Entraron sin permiso y lo que me paso después será la mayor injusticia jamás cometida:

–Vengo en nombre de la CP. – Empezó. –Tengo noticias de que usted está llevando a cabo la investigación del caso 1569 ocurrido aquí en Almagro. ¿Es eso correcto? –
–Sí. –Afirme. –
–Pues ya va a dejar de investigar la organización a la que represento no está de acuerdo y creo que podíamos llegar a un acuerdo: deje de investigar el caso y no sufrirá daños por así llamarlo accidentales. –
No me lo podía creer resulta que ahora todo tenía sentido la foto por la que se peleaba aquel matrimonio, debía de ser muy pero que muy dañina para la reputación de alguien con mucho poder. La anciana muerta por contar demasiado. Y todas aquellas cartas amenazadoras recibidas en los días anteriores.
Al ver que no les daba una respuesta se fueron de mi casa. Aquella noche no pude dormir pensando en todo aquello: ¿Quién estaría metido en ese jaleo que podía salir gravemente perjudicado? ¿Que era CP? Y por último: ¿Qué contenía esa foto?
Al día siguiente recibo la llamada de mi jefe diciendo que el caso ha sido cerrado por “falta de pruebas”. Ningún argumento sirvió para evitar lo inevitable: que el caso más raro de mi carrera lo cerraran a causa de la corrupción de los poderosos. Estaba indignado no sabía porque la policía cedía tan a la ligera. ¡Se suponía que estaban para proteger a la población no para ayudar a los más poderosos!
En vista de las amenazas, el estar yo solo y arriesgarme a que me quitaran mi placa y mi honor decidí abandonar. Cogí el primer autobús que iba a Madrid y ya no supe nada más de aquello.
–A si es como acaban las cosas después de todo. –Pensé. –Siempre se salen con la suya los que tienen dinero y poder.

Después de aquello las pesadillas ya no volvieron y no tuve que volver más a ver al psiquiatra nunca más. Pero lo que si veo es de vez en cuando un caso igual al de la familia y la anciana. Siempre lo mismo, no se supongo que algún día alguien encontrara el punto débil pero mientras tanto seremos vulnerables.

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