martes, 2 de junio de 2015

Jorge Verdugo Arroyo 2º ESO D

                       

LA PUERTA MISTERIOSA
-          Abuelo, abuelo. Cuéntanos una de tus historias- decía mi nieto.
-          Sí, Nacho, cuéntanos una emocionante historia- dijo mi hijo mayor.
-          Bueno, venga, la cuento. Sólo porque me lo pedís vosotros- dije al final cediendo.
-          ¡Sííííí!-dijeron mis nietos.
Al parecer, a mis nietos e hijos les gustaban las historias que contaba por la imaginación que tenía. Así pues empecé:
“Era por la tarde, un día de sol que se estaba escondiendo entre las montañas para dejar paso a la noche. Estaba en la plaza del pueblo jugando con mis amigos, aprovechando las pocas horas de luz que quedaban.
-          ¿Por qué no jugamos a investigadores?- dijo uno de mis amigos llamado Pedro.
-          Vale, estará divertido- contesté por mi parte.
Dicho eso, nos dividimos en dos grupos de tres y cada grupo cogió un “Walkie-talkie” que teníamos para comunicarnos si encontrábamos algo interesante. En mi grupo estábamos: Pedro, Juan y yo, en cuanto dimos las normas del juego cada grupo se fue por un lado. Estábamos muy emocionados, pero pasaba el rato y no encontrábamos nada, hasta que, fuimos a la iglesia. Se acababa de meter el sol y la oscuridad daba un poco de miedo, pero seguimos sin afectarnos mucho. Rodeamos la iglesia entera hasta la parte trasera, dónde nos encontramos una puerta roja de madera, muy gastada y vieja, que tenía un aire misterioso. 
-          Vamos a abrirla- dijo Juan, que era muy atrevido.
-          Sí, podría ser interesante, ¿tú qué piensas? ¿eh, Nacho?- dijo Pedro.
-          Vale, vamos a investigar- respondí.
Con un poco de miedo, nos atrevimos a coger el pomo y tirar de él. Cuando tiramos y la puerta se abrió, nos quedamos boquiabiertos, ¡había un ataúd! Del respingo nos echamos los tres para atrás y el ataúd empezó a abrirse solo. Avisamos por el “Walkie-talkie” pero nadie contestó, ya se habían ido todos porque no encontraron nada. Agobiados, el ataúd terminó de abrirse y dentro había…”
-          El qué abuelo, ¡dilo yaaa!- gritó mi nieto por el suspense.
-          Ahora lo digo déjame acabar- respondí.
“¡Una cría de lobo! Se notaba que estaba débil por no comer, ni beber durante varios días. Era blanco, de ojos azules y orejas terminadas en punta. Nos dio pena dejarle sólo y al final lo acogí yo. Con el tiempo fue creciendo y haciéndose mayor con los cuidados que le daba. Hasta que un día pasó algo asombroso. Estaba en el campo jugando con el lobo blanco, cuando de repente apareció un ladrón con armas de fuego; asustado me tropecé al echarme hacia atrás y el ladrón se iba acercando. Por sorpresa, el lobo salió a defenderme e, impresionado, vi como de sus patas empezó a salir un polvillo de hielo y del lomo le salieron unas alas y atacó al ladrón con un soplido gélido dejándolo de hielo y con sus garras le arañó hasta que se fue corriendo. Cuando pasó todo el lobo me acarició con su cabeza y me ayudó a levantarme. Afortunadamente volvió a su forma original y nos fuimos a casa.”
-          Hala, abuelo, qué historia tan chula- dijo mi nieta.
-          Pero, abuelo ¿qué pasó con el lobo?- preguntó mi nieto.

-          Eso lo diré pronto, en mi próxima historia- respondí, mientras sonreía a una habitación, con la puerta entreabierta, que estaba a oscuras y de ella salían unos penetrantes ojos azules que me miraban fijamente con ternura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario