martes, 2 de junio de 2015

Primer premio: Alicia Cañizares Funes 3ºC


Reflejo

  Las personas creen que mi mundo es un vulgar reflejo del suyo. Creen que los habitantes del otro lado del espejo son tan solo sombras de los que son los auténticos humanos. Muchas veces, incluso los habitantes del reflejo lo piensan. Parece que solo yo sé la verdad. Supongo que todo es fruto de las infinitas tardes que pasé contemplando la cristalina superficie.

Todos los que me conocen piensan que estoy loco; que creer que tenemos mentes propias que podamos controlar es una preciosa utopía, y que tengo que despertar. “Somos esclavos de las expresiones de los hombres. Tenemos que hacer cada numerito suyo. Tenemos que llorar cada lágrima suya y reír siguiendo su ritmo.” Todos los días me repetían lo mismo. “Ellos saben que nosotros no somos nada. Nacemos para complacerles”. Cada vez que oía esta frase, me reía por dentro y pensaba en Narciso. Se enamoró de su reflejo, nunca lo consideró algo inferior. Para él era un igual...y, vuelvo a repetir, parece que sólo yo sé la verdad. He visto a los humanos, he atravesado la puerta del espejo y he vivido entre ellos. Los humanos no nos desprecian, ni creen que existimos tan solo complacerles. Simplemente no saben que existimos. Realmente creen que ellos son los únicos, y piensan que los espejos son materiales que reflejan su humanidad. Nunca sospecharían que los espejos son las puertas al Reflejo. Mi hogar, mi mundo. El lugar a donde pertenezco y al que le debo lealtad.
 
Yo he visto a mi humano. Sé que todos los días, nada más llegar del colegio, abre la puertecita roja de su habitación. Es un armario. Y al fondo, no hay nada más y nada menos que un espejo. Él también se pasa las tardes mirándome a través del espejo. Le quiero tanto...a él también lo acusan de loco.

Hoy, estoy de camino a un sitio que llaman vulgarmente “loquero”. Creo que tienen retenido aquí a mi humano, porque hace días que no lo veo asomarse a la puertecita de su armario. Estoy muy preocupado. En el lugar donde lo retienen no hay espejos, así que no puedo hablar con él. Nada más entrar a edificio, lo primero que oigo es la voz de mi humano.
  -¡Dejadme en paz! ¡Tengo que ir a rescatar del espejo a mi gemelo! -me desgarro al oírle así. Tan desesperado. Con tanto miedo. Con tanta humanidad.
Entonces lo veo. Cuatro personas intentan atarle para que no salga corriendo. Lágrimas, de lo que supongo es furia, discurren por su rostro enrojecido. No quiero verle así. Parece que esos cuatro humanos no tienen esa “humanidad” de la que tanto presumen. Tengo que rescatar a mi humano; tengo que rescatar a mi hermano.
Salgo corriendo al lugar donde forcejean los cuatro hombres con el niño. Rápidamente, mi humano me ve y se pone a saltar de alegría. Las cuatro personas también me ven y se quedan pálidas. Tomo la mano de mi humano y, aprovechando la confusión, corremos. Y es en esa carrera cuando nos empezamos a fundir. Primero las manos que tenemos juntas. Luego los brazos y parte de las piernas. Por último, con una mirada de complicidad, nos fundimos en uno solo.

20 años después

Tengo 27 años. Tengo una esposa y dos hijos bellísimos. Y soy dos almas en un solo cuerpo. Me llaman Lucas en el mundo humano, y soy conocido como 2002 en el Reflejo. ¿Lo bueno? He aprendido a vivir en los dos mundos, sabiéndome el único ser que no tiene copia en ningún lugar del universo.

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